Los clientes madrileños podrán elegir el taxista que prefieran

Los clientes madrileños podrán elegir el taxista que prefieran
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La nueva ordenanza que prepara el Ayuntamiento de Madrid no convence a más de un taxista. Esta contempla varias modificaciones del reglamento actual, entre las que se incluye la posibilidad de que el cliente suba al taxi que prefiera (en lugar de tener que coger el primero de la fila). También establece un código de vestimenta para los conductores, así como la renovación obligatoria de los vehículos cada 8 años.

Como siempre, este tipo de medidas son recibidas positivamente por los usuarios, mientras que los profesionales sacan el armamento de guerra. Es lógico que estos defiendan sus posiciones. Sin embargo, los taxistas olvidan que operan en un sector cerrado.

No voy a entrar en el juego fácil de descalificar al colectivo por unos pocos profesionales. Es verdad que hay conductores que timan a sus clientes, que les dan “paseillos turísticos” en lugar de tomar la ruta más corta, que se niegan a coger a una pareja de adolescentes y prefieren llevar a un matrimonio jubilado, etc. Sin embargo, la gran mayoría realizan su trabajo con profesionalidad, en largas jornadas y en condiciones duras en muchos casos.

El fondo de la discusión radica en el hecho de que el taxi es un sector regulado. Es decir, las reglas del juego son diferentes, ya que solo aquellos que poseen una licencia válida pueden dedicarse al transporte de personas. Por mucho que estos profesionales se quejen, esta regulación les protege de competir directamente en el mercado libre. Por tanto, si el ayuntamiento de turno establece unas u otras regulaciones, lo único que queda es aceptar lo dispuesto.

El caso de los taxis me recuerda mucho a la objeción de conciencia de algunos farmaceúticos para negarse a vender determinados medicamentos. Si nos decidimos a crear una empresa dentro de un sector regulado, hay que considerar tanto las ventajas como los inconvenientes. Lo que no podemos pretender es competir con el paraguas del estado, tener unos ingresos relativamente fijos (en muchos casos abundantes) y además querer operar según nuestra santa voluntad.

Dicho esto, los taxistas madrileños deberían ver la medida como un toque de atención para mejorar su servicio. En muchos casos a los usuarios, lo que más nos importa, no es que el vehículo sea un Mercedes o un Skoda, sino “pequeños” detalles como la educación del conductor, el volumen de la radio o la temperatura del aire acondicionado.

Vía | 20 minutos
Imagen | Dr. Keats
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