Viajes de negocios, ¿de verdad siguen siendo necesarios?

Viajes de negocios, ¿de verdad siguen siendo necesarios?
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A pesar del avance en nuevas tecnologías muchas empresas siguen prisioneras de la necesidad de desplazar a sus empleados para realizar muchos de sus trabajos. Esto implica un alto grado de estrés para los empleados, que acumulan su trabajo de oficina a las tareas propias del desplazamiento, la dificultad para conciliar la vida personal y laboral o un aumento de horas trabajadas por motivo del desplazamiento. Por eso me pregunto, ¿de verdad siguen siendo necesarios los viajes de negocios?

Porque si algo es cierto es que la tecnología evita muchos de estos desplazamientos o por lo menos puede hacer que sean menos frecuentes. Sin embargo el trato personal, cerrar las cosas de forma cercana supone un punto a favor que la mayoría de las empresas y negocios no consideran que se pueda reemplazar.

Pero lo cierto es que el trabajador sufre demasiado con estos desplazamientos. Un viaje que implique tener que coger un avión supondrá horas de espera perdidas en el aeropuerto, el estrés de saber que tenemos un montón de trabajo pendiente encima de la mesa de nuestra oficina que no está finalizado.

A la vez, si se tiene que hacer noche en un hotel no se desconecta. No es lo mismo ir a nuestra casa a dormir, tengamos o no familia, que estar en un hotel. Muchas veces nos supondrá quedar a cenar también con clientes e intentar aprovechar el viaje para reforzar lazos. El ambiente puede ser más distendido, pero no desconectamos de un ambiente laboral.

Un ejemplo muy sencillo es el runner que mete las zapatillas en la maleta para aprovechar cuando acabe su trabajo y al final acaban por no salir de la bolsa. Esto supone un horario laboral muy extenso que al volver a nuestra casa acaba por pasar factura también en el plano personal, puesto que tenemos muchas cosas pendientes en el ámbito doméstico que también requieren nuestra atención.

Puede que los viajes de negocio sea imprescindibles, pero lo que si debemos tener en cuenta es intentar racionalizar los horarios de los mismos, para no acabar cogiendo un avión a las 7 de la mañana y volviendo ese mismo día a las 7 de la tarde. Esto puede suponer que el empleado ha salido de su casa a las 5 de la mañana y cuando llega ya son más de las 9 o 10 de la noche para un viaje corto de poco más de una hora. Si al día siguiente hay que trabajar, el rendimiento lógicamente no será el mismo.

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Imagen | Unsplash

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