No hay trayectos para acudir a la oficina. Ni hay largas pausas para comer, pues normalmente la cocina está a apenas unos pasos del lugar de trabajo. Ni tampoco hay jefes que establezcan cuál es la hora para apagar la luz y dar por concluida la jornada. ¿Todos estos ingredientes hacen que trabajar desde casa invite a días interminables?
Hay empresas que han decidido dar marcha atrás en la política de distribución de equipos. Por malos resultados o, simplemente, por incapacidad para medirlos. Pero hay otros que han detectado un incremento considerable del rendimiento y de la productividad de sus trabajadores. Pero, ¿cuál es la razón que hay detrás?
Un estudio muy reconocido sobre el teletrabajo es el que elaboró hace un par de años la compañía china Ctrip. Lo lideró el catedrático de Económicas de la Universidad de Standford, Nicholas Bloom, y el estudiante James Liang, quien era el cofundador de la firma de viajes online. El propio Bloom reflexiona en un artículo en la Harvard Business Review sobre los resultados y, especialmente, las consecuencias que conlleva.
Y en esa reflexión, Bloom señala algo interesante: cumplir con la jornada desde casa invita a trabajar más. El aumento de la productividad (un 13,5% más de llamadas atendidas) se debió a dos razones. La primera, que supone un tercio de esa mejora, es el ambiente más tranquilo. Y la segunda, que representa dos tercios, es que la gente trabajaba más horas. "Empezaron antes, tomaron descansos más cortos y trabajaron hasta el final del día; no tenían ningún viaje, ni recados en el almuerzo".
Este es un experimento que se centra en un segmento fácilmente medible (atención telefónica al cliente). Y eso no lo hace extrapolable completamente. Pero sí que sirve, al menos, para derribar ese mito de que en todos los casos el teletrabajador acaba reduciendo la intensidad de su esfuerzo. No siempre ocurre así.
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