El error de no solicitar el concurso en el momento adecuado

El error de no solicitar el concurso en el momento adecuado
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He hablado varias veces sobre la necesidad de actuar rápidamente y sin vacilaciones si nuestra empresa entra en problemas financieros serios. El problema fundamental que se nos puede venir encima es la falta de liquidez, el siguiente grave problema, pérdidas excesivas que no podamos afrontar.

El optimismo es un mal consejero en ambas situaciones, puesto que tendemos a presuponer que las pérdidas que hemos creado en este ejercicio las podremos absorber sin problema en el ejercicio siguiente y por otra parte, existe una tendencia generalizada al retraso en los pagos antes que solicitar el concurso de acreedores. Solicitar un concurso no es declarar la quiebra de la empresa, al menos en principio, sino intentar realizar un plan de pagos que le de viabilidad. No es fácil ni barato, puesto que tenemos que incurrir en unos costes importantes tanto en abogados y procuradores, como en el caso de tener administración concursal, pero no podemos mantener una empresa en una situación inviable y se convierta en empresa zombie.

Esta filosofía de pasotismo concursal contrasta con los datos de situaciones similares en nuestro entorno geográfico. Alemania, Francia o Inglaterra presentan una media de unos 100.000 concursos anuales, mientras que en España nos ponemos a temblar cuando acuden a este procedimiento unos pocos miles de empresas.

Una decisión a tiempo en este campo legal, puede marcar la sutil diferencia de futuro de la empresa a su muerte estrepitosa. En el momento que las cosas se pongan turbias en mi empresa, tengo que pensar en qué forma legal tengo para poder sobrevivir, y si ésta fórmula es el concurso, no nos quedará más remedio que proceder oportunamente antes que realizar una quiebra estrepitosa que sólo deje un reguero de deudas a nuestro paso.

Imagen | Mon Labiaga En Pymes y Autónomos | Aspectos clave en un concurso de acreedores

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