Autónomos taxistas chulos, autónomos con problemas

Autónomos taxistas chulos, autónomos con problemas
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Este fin de semana, en un viaje por tierras sevillanas, cogimos un taxi cuatro personas para desplazarnos desde el hotel al centro para cenar. Nos subimos, le damos la dirección, el taxi arranca pero este taxi llevaba ocultos los cinturones de seguridad traseros con una funda. Coincide que en el asiento central posterior se colocó Daniel Seijó, un verdadero gurú del mundo del motor y que le preocupa su seguridad, hasta el punto de ponerse de manera automática el cinturón incluso para desplazamientos cortos urbanos (vamos, tal y como deberíamos hacer todos), pero claro, en este taxi no se podía colocar el cinturón y se lo dijo al taxista.

La protesta de Dani, no se hizo esperar y la solución del taxista fue la rápida. “No te preocupes que aquí no multan por eso” con un tono de chulería bastante desagradable. Es probable que en Sevilla no multen por ese motivo, no lo discuto dado que no lo sé, pero el problema radica en la propia seguridad del cliente, no en la economía de las multas.

Después de una serie de observaciones sumamente interesantes entre Dani y el taxista sobre quién pagaría la multa y demás, terminamos la carrera pidiendo recibo del servicio, anotando la matrícula y el número de licencia con la intención de cursar la correspondiente denuncia a éste taxista por lo que las consecuencias para el taxista, pueden ser bastante negativas.

De toda esta actuación, debemos sacar varias conclusiones sobre la chulería en el trato con los clientes y en las motivaciones que impulsan a cada uno de ellos a decidir qué uso hacen de nuestros servicios o no. En este caso, el argumento económico no vale, vale el argumento de la seguridad y por tanto, no podemos tener en venta un producto o servicio que no cumpla con las medidas oportunas de seguridad, tal y como es el caso.

El segundo, la capacidad para ofrecer alternativas. Si yo soy el taxista y se me queja uno de cada 100 clientes, paro el vehículo, quito las fundas y dejo los cinturones asequibles, aunque como es lógico, la mejor opción es la evidente, no bloquees los sistemas de seguridad de tu coche y no tendrás ningún problema.

Por último, las maneras en el trato hacia los clientes. Una recriminación del estilo ¿dónde está el cinturón? tiene poca réplica lo mires por donde lo mires y quizá una salida elegante y una respuesta del estilo “llevo la tapicería manchada y hasta mañana estará así” admita una mayor disculpa antes que “no te preocupes que no te multan”. En definitiva, las empresas no son nuestros cortijos, por más que nos gustara y debemos saber qué normas son líneas rojas para no traspasarlas en ningún caso.

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Imagen | r Ben Fredericson (xjrlokix)

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