En los últimos meses hemos leído y escuchado a través de distintos medios que es necesario que los empresarios sean optimistas, que a pesar de la crisis mantengan sus planes y políticas de inversión, y que miren al futuro con optimismo.
Esta petición resulta un tanto utópica porque el gran colectivo empleador, que no olvidemos que es el empresariado, no aprecia ninguna 'garantía real' para poder mirar al futuro con optimismo, y acelerar sus planes de inversión y expansión en una coyuntura en la que ni el ciclo económico recesivo, la escasez de crédito y las nefastas perspectivas que se ciernen sobre nuestro futuro ayudan.
Para que los empresarios puedan ser optimistas hacen falta tres grandes conjuntos de cambios:
- Mejora del clima empresarial: reducción de las trabas burocráticas, mayores bonificaciones y exenciones fiscales y reducción del coste de la contratación y del despido
- Reactivación de la financiación: facilitando el acceso al crédito, créditos con interés preferencial para proyectos estratégicos innovadores que promuevan el cambio de modelo económico y la internacionalización de la empresa, etcétera
- Aumento de la confianza en la economía
Solo con esta 'receta' podremos conseguir el objetivo, un objetivo que no es una causa, sino un efecto que depende de factores muy sensibles a las decisiones empresariales. ¿Creen que la recuperación de la confianza debe comenzar por los empresarios o de los cambios en el entorno?
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