¿Quienes somos, qué hacemos, adonde vamos?

¿Quienes somos, qué hacemos, adonde vamos?
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No es ninguna reflexión filosófica sobre nosotros, pero ¿podemos responder las tres preguntas anteriores en nuestra empresa?. La mayoria de empresas marcha sin un rumbo establecido, sino sólo con la idea de ganar dinero. Esta mentalidad genera un error de concepto, que puede parecer una tontería, pero provoca que la empresa, y por extensión todos los que la componen, evolucionen sin un rumbo definido.

Evidentemente, el empresario debe marcar una misión fundamental que sustente la existencia de la empresa, el porqué y dirija el destino de la misma. La principal prioridad de cualquier empresario es crear una empresa grande, bien dimensionada, y que genere cuantos más beneficios mejor. Pues bien, estas tesis, tienen que cuantificarse y dimensionarse.

Cuando me refiero a cuantificarse, significa fijar unos objetivos principales a alcanzar, tanto en tamaño, dígase facturación, como en beneficios, es decir, cuánto es la cantidad de dinero que quiero que me reporte mi empresa. La respuesta no es muchísimo, ni cuanto más mejor, sino una cifra concreta.

Si somos capaces de realizar dicha cuantificación, el siguiente paso que cualquier empresa debe realizar es marcarse una serie de objetivos a cumplir, cuya realización va a consistir en alcanzar los límites establecidos. Para el diseño de dichos objetivos, así como la forma de llevarlos a cabo, es donde entra el papel fundamental del análisis de la empresa. Y la mejor forma es plantearse la dirección de nuestra empresa como una partida de ajedrez.

En el ajedrez, la misión es eliminar al rey contrario, como imagino que todos sabreis, por lo que para llevar a cabo dicha misión diseñamos una estrategia. Pues análogamente, tenemos que dirigir nuestra empresa. Si tenemos una misión suprema, dígase tener unos beneficios anuales de 100.000 € por ejemplo, y para conseguirlos, tengo que despedir a tres empleados pasados tres años desde su contratación, porque no funcionan, se despiden y punto, porque no son capaces de llevar a cabo los objetivos para los que tiene que evolucionar mi empresa. Comparándolo con el símil ajedrecístico, si tengo que sacrificar la dama para ganar la partida, se sacrifica y se gana la partida.

Evidentemente, ser empresario, requiere tomar decisiones muy complejas, pero si tenemos prefijados los objetivos de nuestra empresa, solamente tendremos que escoger cual es el camino más adecuado para conseguirlos. ¿Cual es el objetivo de vuestra empresa?, ¿Tenéis una estrategia diseñada?

Imagen: Lilian V.

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