Fichar en el siglo XXI, por qué no debería ser necesario y por qué todos lo haremos
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Fichar en el siglo XXI, por qué no debería ser necesario y por qué todos lo haremos

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Cada vez que oigo a alguien decir que en pleno siglo XXI fichar supone un problema para las empresas me lleva a pensar en cómo se mide el trabajo en las diferentes organizaciones. Fichar en el siglo XXI no debería ser necesario y sin embargo es está ahora más cerca que nunca de que todos terminemos haciéndolo.

Para todos aquellos que alegan que no se puede limitar el trabajo flexible, que los empleados trabajan desde casa o en movilidad y que fichar supone un contratiempo, la realidad es que tienen a su disposición diferentes formas de efectuar este control de horas para que no se realicen más de las firmadas en el contrato. Todo el mundo tiene un teléfono móvil desde el que poder registrar su jornada laboral.

Ni proyectos ni proyectas, aquí se echan las horas que hagan falta hasta acabar

Suelen ser los mismos que hablan de medir el rendimiento por proyectos, algo que no todo el mundo puede realizar. ¿Qué proyecto tendría que cumplir un camarero que atiende en un bar y que sabe a qué hora entra pero no cuando acabará? ¿Qué sirva 500 mesas? ¿Y si acaba su jornada a las tres horas? ¿Se marcha a casa porque ha cumplido con el proyecto?

Porque en muchos casos el trabajo por proyectos no es más que una trampa. Se acaba el grueso del trabajo, pero luego siempre suelen venir los peros y los añadidos, que muchas veces llevan más tiempo que el propio proyecto. ¿Cuándo acabamos el proyecto nos vamos a casa? ¿Si trabajo por proyectos y no voy a trabajar un día porque prefiero tomármelo libre?

La medición de la jornada laboral por tiempo no es perfecta, pero es lo mejor que hay. Si las empresas pueden ser sancionadas, ya se encargarán ellas de que la gente no se quede más tiempo del necesario, de no prolongar reuniones de forma innecesaria.

Ni el contrato ni el convenio resultan efectivos para controlar las horas que se realizan

Nos pagan por realizar una serie de tareas, pero también por cumplir con una serie de horas a la semana. De esta forma consta en nuestros contratos. Lo que no es lógico es que asumamos que el contrato no es más que papel mojado, un indicativo de las horas mínimas que se va a trabajar.

Los trabajadores se encuentras desprotejidos y la inspección no tiene armas para demostrar el incumplimiento de la jornada laboral

Y esta tendencia no es algo que ocurre solo en España. Aunque este Gobierno se haya anticipado, todo indica que la UE va a legislar en este sentido, por lo que más pronto que tarde, todos acabaremos fichando, nos guste o no. Esperemos que al menos sirva para reducir presentismo por un lado y abusos por otro. Pero también para introducir una nueva medida de la productividad en las empresas que no esté ligada al número de horas que pasamos en la misma.

Mucho van a tener que cambiar diferentes empresas y sectores, pero también trabajadores que ya están asumiendo que las cosas son así y que la hora de salida es más orientativa que real. En un momento como el actual, donde todas las predicciones llevan a un menor volumen de trabajo, en muchos casos por efecto de la robótica y la IA, que se realicen las horas que marcan los contratos empieza a ser una prioridad estratégica para empezar el reparto del que nos queda e incrementar los recursos de la Seguridad Social.

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