Trajes y corbatas

Trajes y corbatas
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Viene a ser como los anuncios primaverales de El Corte Inglés, un eterno día de la marmota. Cada X tiempo, el diseñador de turno, el gurú de la moda anuncia la muerte de la corbata (cuando no el advenimiento de las minifaldas para hombres). Pero los muertos que ellos matan gozan de buena salud, y ahí esta una de los últimos vestigios de coquetería masculina resistiendo el acoso de los políticos iraníes, banqueros que van de modernos mientras les timan y de Sebastián.

Pues algo así sucede con su papel y, por extensión el del traje, en el mundo empresarial, laboral. Se pone el acento en que el traje viene a aborregarnos, a que nos convierte en un individuo masa, que es un uniforme, en que los tiempos están cambiando, en lo diferentes que parecen ser los mundos de aquellos que aún llevan hábito con perdón, y los que no.

Yo no lo tengo tan claro. Y me explico:

  • He trabajado en empresas en las que solo se usaba traje en reuniones con clientes, o un día a la semana, o...y aparte de la situación esquizofrénica que supone el ahora me puede, ahora no me puede ver, en el fondo, en la inmensa mayoría de los casos, esa libertad no era tal. A nadie se le ocurría ir en chanclas, por mucho que el tiempo acompañase. En muchas de ellas esa ropa liberal era un auténtico uniforme. Chinos y camisa oxford. Los vaqueros ni verlos. En otras, el estilo era mas geekie. Etc...y aquel que se salía de esas tendencias notaba la presión, tanto como si fuese abogado y acudiese a los juicios con el jersey de Evo Morales. Por tanto eso de que los descorbatados son los buenos y los seguidores de Hermés los malos, como que no. Códigos de conducta y talibanes identitarios los hay en todos los lados.

  • La verdad, no se muy bien que tiene la gente contra los uniformes. Aquellos que hayan lidiado con niños pequeños, o especialmente niñas, sabrán de lo cómodo, barato y sencillo que es un uniforme escolar. Pues con los trajes idem. Me ahorro las complicaciones de pensar que pega con que, de que se me pase de moda en menos de un año (ojito con los que aun llevan trajes de los 70, estilo Los Manolos), o de causar una cierta distorsión en el grupo de trabajo, un cierto despiste.

  • Ciertamente el traje puede suponer un obstáculo para nuestra Marca Personal. Bien, es posible desde cierto punto de vista. Pero también encuentro objeciones a ese planteamiento. Y es que si voy contra corriente y gracias a la ausencia de traje concito la atención, habré probado un efecto llamada, pero como detrás de ese efecto llamada no haya un algo muy valioso (no meramente valioso) me temo que lo que quede en el subconsciente de nuestro interlocutor sea lo estético. Mal asunto.

  • Volviendo al punto uno, creo oportuno recoger lo que muchos entienden por elegancia y es que, en un acto público, nadie recuerde como vayas vestido. Es un concepto de elegancia que me gusta. Si en ese entorno en que me muevo, para lograr éso, debo llevar traje lo llevaré. Y si debo llevar una chamarra Belfstaff, también. Considero el traje como mi mono de trabajo, un mono que psicológicamnte me dice ahora toca currar.

  • Y por último reseñar que este mono me gusta un montón para trabajar. Yo es que me veo bien. Y me gusta verme bien para mi y para los demás. Como alguien decía es una forma, hipócrita quizás para algunos, de mostrar respeto.

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Vía | Marca Propia En Pymes y Autónomos | Clima laboral: uniforme y acoso Imagen | Daquella manera

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